Lagrimales sedientos
claman por líquido
al ser fusilados
por la insinuación
de las curvas...
¡Curvas, curvas, curvas!
Que se hacen sonido
en el cuenco
al hundirse en sangre
las letras que tantas veces
temblaron
junto a sus zapatos.
Excelsas notas
tomadas a ciegas
por un niño sidoso*
en triciclo, sin miedo,
seguro de su muerte,
ansioso y preparado
para la lucha
con el recuerdo.
* Aquí aplicar cualquier otra enfermedad terminal a gusto del lector.